Sobre mí

Hace varias décadas, dos jóvenes abogados decidieron abrir su despacho profesional en Madrid.

Ambos tenían una edad parecida y una trayectoria muy similar, es decir, masters, formación militar, gran nivel en artes marciales y cierta experiencia laboral que les daba una visión clara del reto al que se iban a enfrentar.

Los dos eran personas serias, responsables y grandes trabajadores.

Ambos estaban muy decididos, ya que desde jóvenes habían entendido que si no trabajas duro por realizar tu propio sueño, al final, acabarás trabajando ocho horas al día por realizar el de otro.

No gozaban de un gran presupuesto pero sabían de la necesidad de asesoramiento en nuestra sociedad. Lo habían visto muchas veces, en muchos casos, desde pequeños.

Hace unos años, estos dos ya no tan jóvenes abogados, se encontraron cara a cara en un juicio.

Sus vidas seguían teniendo muchas cosas en común, incluso a nivel personal. Ambos estaban casados y eran padres de una niña, ambos seguían al frente de su despacho y aparentemente, tenían un estilo de vida muy similar, pero había una diferencia. Uno de ellos tenía una mirada viva, se le veía inspirado y desprendía una gran vitalidad. Su empresa gozaba desde hacía años de un crecimiento sostenido y disfrutaba de un buen ambiente laboral. Estaba comprometido en varios proyectos sociales y disfrutaba mucho de su familia y amigos. El otro, en cambio, tenía una mirada cansada, se le veía desmotivado y sufría ciertos achaques. Su empresa apenas tenía beneficios y el ambiente en general era tenso, llegando a plantearse a veces vender la cartera de clientes y dedicarse a otra cosa. Las discusiones en casa eran frecuentes, incluso por razones nimias y solía refugiarse en el alcohol y la televisión, sin ni siquiera tener ganas de quedar con sus amigos.

La gran diferencia

¿Te has preguntado cuál es la diferencia en la vida de estas dos personas?

No es la inteligencia, ni el talento, ni la dedicación. Tampoco son los medios.

No es que uno quiere tener éxito y el otro no. No es que uno tenga «buena suerte» y el otro «mala suerte»

Afortunadamente no tiene que ver con eso.

La verdadera diferencia radica en lo que cada persona aprende y en el uso que hace de todo ese conocimiento.

Radica en la formación continua orientada a conseguir un éxito tanto interior como exterior.

En esta sociedad de consumo que nos rodea, radica en no estar constantemente consumiendo para sobrevivir, sino en vivir para sentirte pleno y realizado.

Radica en tener claro que se precisa de un enfoque negativo para sobrevivir pero de que tienes que tener un enfoque positivo para prosperar.

En vivir no pensando continuamente en huir y desconectar de la vida que te has montado, sino en todo lo contrario, en conectar interiormente cada día con todo aquello que has construido alrededor tuyo.

Radica en conectarte con tu propio camino, con tu verdadero propósito de vida y luchar y vivir de acuerdo con él.

 

La gran diferencia es vivir cada día intensamente tu camino del Guerrero Moderno, por ti, por los tuyos y por lo que verdaderamente te importa.

¡VIVE CADA DIA TU CAMINO NOVOHIXPANO!

Como habrás podido deducir, la historia sobre los dos abogados va sobre mí, sobre el abogado que vivía cansado y en conflicto y el que ahora goza de una gran paz interior, el que estaba desconectado de sí mismo y el que vive para conectarse con él, el que se perdió en el camino del guerrero y el que lo reencontró en su interior y ahora lo quiere compartir con los demás.

Impartido por Javier Junquera Rodríguez, (el de la foto), guerrero, marido, padre, empresario, abogado, campeón de Europa de Karate, cinturón negro 3º dan en Karate-Do, 3ºdan de Kendo (esgrima japonesa) y 2º dan de Kyudo (tiro con arco japonés), Oficial de infantería y fundador del movimiento NOVOHIXPANO.